LA ORACION AL FINAL DEL DIA
Invocación Inicial
V. Dios mío, ven en mi auxilio (Deus, in adjutórium meum inténde.)
R. Señor, date prisa en socorrerme. (Dómine, ad adjuvándum me festína.).
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
Examen de Conciencia
Hermanos, habiendo llegado al final de esta jornada que Dios nos ha concedido, reconozcamos sinceramente nuestros pecados.
Himno
Con las manos baldías, te ofrecemos
dolorosos combates sin ocaso,
y en la noche preñada de silencio,
acudimos, Señor, a tu descanso.
Entusiastas partimos a tu encuentro:
sembraremos la paz a cada paso;
y rendidos de noche entre lamentos,
acudimos, Señor, a tu descanso.
Como pobres mendigos de consuelo,
bienamado Jesús, humilde y manso,
en la noche sellada de misterio,
acudimos, Señor, a tu descanso.
Cuando arropa a la tierra el firmamento
con la dulce ternura de su manto,
en la noche los hombres, entre sueños,
acudimos, Señor, a tu descanso. Amén
Salmodia
Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
Salmo 90
A la sombra del Omnipotente
Os he dado potestad para
pisotear serpientes y escorpiones
(Lc 10, 19).
Tú que habitas al Amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: «Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en ti».
Él te librará de la red del cazador,
de la peste funesta.
Te cubrirá con sus plumas,
bajo sus alas te refugiarás:
su brazo es escudo y armadura.
No temerás el espanto nocturno,
ni la flecha que vuela de día,
ni la peste que se desliza en las tinieblas,
ni la epidemia que devasta a mediodía.
Caerán a tu izquierda mil,
diez mil a tu derecha;
a ti no te alcanzará.
Nada más mirar con tus ojos,
verás la paga de los malvados,
porque hiciste del Señor tu refugio,
tomaste al Altísimo por defensa.
No se te acercará la desgracia,
ni la plaga llegará hasta tu tienda,
porque a sus ángeles ha dado órdenes
para que te guarden en tus caminos;
Te llevarán en sus palmas,
para que tu pie no tropiece en la piedra;
caminarás sobre áspides y víboras,
pisotearás leones y dragones.
«Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación,
lo defenderé, lo glorificaré,
lo saciaré de largos días
y le haré ver mi salvación».
Ant. Al amparo del Altísimo no temo el espanto nocturno.
Lectura Breve Dt 6,4-7
Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria; se las repetirás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.
Responsorio Breve
V. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. (In manus tuas, Dómine, Comméndo spíritum meum.)
R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu.
V. Tú, el Dios leal, nos librarás.( Redemísti me, Domine, Deus veritátis)
R. Encomiendo mi espíritu. (Comméndo spíritum meum)
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu. (In manus tuas, Dómine, Comméndo spíritum meum.)
Cántico Evangélico
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Cántico de Simeón Lc 2, 29-32
Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz,
porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Sálvanos, Señor, despiertos, protégenos mientras dormimos, para que velemos con Cristo y descansemos en paz.
Oración
OREMOS,
Guárdanos, Señor, durante esta noche y haz que mañana, ya al clarear el nuevo día, la celebración del domingo nos llene con la alegría de la resurrección de tu Hijo. Que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
Bendición
V. El Señor todopoderoso nos conceda una noche tranquila y una santa muerte.
R. Amén.
Salve Regina
Dios te salve, Reina y Madre de Misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra
Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva;
a ti suspiramos, gimiendo y llorando,
en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora, abogada nuestra,
vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos,
y, después de este destierro,
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.
¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
Salve, Regina, Mater misericordiæ,
Vita, dulcedo, et spes nostra, salve.
Ad te clamamus exsules filii Hevæ,
Ad te suspiramus, gementes et flentes
In hac lacrimarum valle.
Eia, ergo, advocata nostra, illos tuos
Misericordes oculos ad nos converte;
Et Jesum, benedictum fructum ventris tui,
Nobis post hoc exsilium ostende.
O clemens, O pia, O dulcis Virgo Maria
Antífona a Santo Domingo
“Luz de la Iglesia, Doctor de la Verdad, Ejemplo de paciencia, Ideal de castidad, que nos diste a beber con largueza del agua de la Sabiduría, predicador de la Gracia, júntanos a los santos”.
O LUMEN Ecclésiae, Doctor veritátis, Rosa patiéntiae, Ebur castitátis, Aquam sapiéntiae propinástis gratis. Praedicátor grátiae, nos junge beátis.