Taller de Lecio Divina.

Cada segundo sábado de mes nos reunimos en el Monasterio para La Lecio Divina. Lo dirige Javier Recio .

Domingo de la Santísima Trinidad.

Desarrollo de la Lecio:

Jn 16 12-15 Oración inicial

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles, y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu Creador y renueva la faz de la tierra. Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus hijos con la luz del Espíritu Santo; haznos dóciles a sus inspiraciones para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

LECTIO: ¿Qué dice el texto? El tiempo de la “lectio divina”, es un momento de confrontarse personalmente con Dios. Es hacer de tu vida una prolongación de esa Palabra que es escuchada, interiorizada y orada. Y no olvides nunca que lo más importante en la oración es la perseverancia. La oración cuesta, se nos hace pesada, nos dormimos y aburrimos. Por eso el perseverar es fundamental, pues nos jugamos mucho en ese dialogo, amoroso y sencillo con Dios. Jesús pasaba muchas noches dedicado a la oración. A lo largo de los siglos muchos seguidores de Jesús han dedicado su vida a la oración, una oración que transformo sus vidas y el mundo.

Contexto: Antes de entrar en el camino de la lectio, es importante pararse brevemente sobre el contexto en el cual está inserto nuestro pasaje litúrgico. Las palabras de Jesús en Juan 16,12-15 forman parte de aquella sección del evangelio de Juan que los exegetas llaman el libro de la revelación (los capítulos 13 a 17). Jesús en el discurso de despedida, se revela en profunda intimidad, los llama amigos, les promete su Espíritu Santo que los acompañará en el acoger el misterio de su Persona. Los discípulos, luego, son invitados a crecer en el amor hacia el Maestro, que se ofrece totalmente a ellos. Esta sección se divide en 3 partes diferenciadas:

– La primera comprende los capítulos 13-14 y tiene como hilo conductor el mandamiento nuevo del amor: les explica que la práctica del amor es el camino que la comunidad debe recorrer para comprender a Dios-Padre.

– En la segunda Jesús describe el rostro de la comunidad en medio del mundo. Les recuerda que la comunidad por Él fundada desarrolla su misión en un mundo hostil y sólo a través de la práctica del amor es posible su crecimiento agregando nuevos miembros. Y ese amor sólo es posible si estamos unidos a Dios-Hijo, a Jesús (a Él). Jesús les revela que la misión en el mundo comporta dolor y gozo y que Él estará ausente-presente (Jn 16,16-23a), pero les asegura su ayuda a través de Dios-Espíritu.

– La tercera parte de la sección contiene la plegaria de Jesús: Él ruega por la comunidad presente (Jn 17,6-19) y por la comunidad del futuro (Jn 17,20-23). No sé si os habéis fijado en que los he nombrado como Dios-Padre, Dios-Hijo y Dios Espíritu.

El texto: “Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará”

La fiesta de la Santísima Trinidad es una celebración del amor de Dios por nosotros. Es un día para reflexionar sobre quién es Dios y no para tratar de entender el motivo por el cuál es tres personas y un solo Dios. Hoy, el enfoque de la Iglesia está en la experiencia, no en la teología. En términos intelectuales, Dios sigue siendo un misterio. Pero, para las personas de fe, Dios no es conocido con la mente, sino con el corazón. En esto consiste, la espiritualidad y la mística: vivir nuestra experiencia de Dios. Por medio de nuestra liturgia pública, la oración personal y la contemplación llegamos a experimentar -a saber y sentir en nuestros corazones-, que Dios nos ama, nos acoge, nos perdona y nos invita constantemente a experimentar más profundamente su amor.

NO tengas prisa por terminar el texto. Lee, una y otra vez, tres, cinco, diez, hasta que mueva el corazón. Lee incluso en voz alta. La lectura de la Palabra se hace con la certeza de estar escuchando a Alguien: la persona viva que te habla es el mismo Jesús. Subraya aquella palabra o frase que más te llegue. La Biblia es un libro para no pasar corriendo, dedícate a ello sin prisas, sin querer terminar la lectura. Lee desde el corazón. Subraya aquellas palabras o frases que más te llegan, que te mueven, y vuélvelas a leer, reléelas.

MEDITACION: ¿Qué me dice a mí el texto? Lo que acabamos de leer del evangelio de Jn, no hay que entenderlo como una profecía de Jesús antes de morir. Se trata de la experiencia de los cristianos que llevaban setenta años viviendo esa realidad del Espíritu dentro de cada uno de ellos y haciéndose presente en la comunidad por el servicio a todos. Ellos saben que gracias al Espíritu tienen la misma Vida de Jesús. Es el Espíritu el que haciéndoles vivir, les enseña lo que es la Vida. Esa Vida es la que desenmascara toda clase de muerte (injusticia, odio, opresión). La experiencia pascual consistió en llegar a la misma vivencia interna de Dios que tuvo Jesús. Jesús, con su entrega total, intentó hacer partícipes a sus seguidores de esa vivencia.

Algunas preguntas de ayuda:

– Un gran peligro amenaza, hoy, a las comunidades cristianas. ¿Estamos cayendo en la tentación de dividir a Jesús, siguiendo o a un Jesús hombre que con su obrar ha cambiado la historia, o un Jesús glorioso separado de su existencia terrena y por tanto de la nuestra?

– ¿Somos conscientes de que Jesús no es sólo un ejemplo del pasado, sino que es sobre todo el salvador presente? ¿Qué Jesús no es sólo objeto de contemplación y gozo, sino el Mesías a quien seguir y con cuya obra es necesario colaborar?

– Dios no es una abstracción, sino el Padre que se hace visible en Jesús. ¿T Te empeñas en “verlo” y reconocerlo en la humanidad de Jesús? – ¿Estás atento al Espíritu de la Verdad que te comunica toda la verdad total de Jesús? ORACION: ¿Qué le digo yo al Señor? ¡Espíritu de la verdad! Tú nos haces hijos de Dios, de modo que podamos acercarnos al Padre.

ORACION: ¿Qué le digo yo al Señor?

¡Oh Padre! nos dirigimos a ti con un corazón sólo y una sola alma y te pedimos: ¡Oh Padre, envía tu Santo Espíritu! ¡Envía tu Espíritu sobre la Iglesia! Que cada cristiano crezca, en sintonía con el amor de Cristo, en el amor por Dios y por sus hermanos. ¡Oh Padre! renueva nuestra fe en el Reino que Jesús ha venido a proclamar y a encarnar sobre la tierra. No permitas que nos dejemos dominar por la desilusión y vencer por el cansancio. Que nuestras comunidades sean la levadura que haga crecer en la sociedad la justicia y la paz. Amén

CONTEMPLACION: ¿Cómo interiorizo el texto?

Después de haber leído y meditado la palabra divina (la lectio y la meditatio), después de haber orado en respuesta al mensaje recibido (la oratio), se nos invita a entrar en comunión con Dios. Paso a paso nos hemos acercado a Él y así podemos contemplarlo mejor en el silencio interior de nuestro corazón.

La Trinidad Misericordiosa – Sr Caritas Müller OP, 2007 .El Padre, en el círculo de la derecha, se inclina sobre la persona humana, sosteniéndola con ternura, apoyando su cuerpo y besando su frente. Este es el Dios Padre que nos acoge y abraza, que escucha nuestras súplicas y nos sostiene, que nos ama hasta la vida y nos sostiene en nuestro sufrimiento. Esta es la misericordia del Padre, que nos ama, nos sostiene y nos atesora en cada minuto de nuestra vida. El Hijo, en el círculo de la izquierda, toca suavemente los pies del hombre, curando sus heridas. La imagen nos recuerda la parábola de Jesús sobre el buen samaritano, cuando este se detiene a atender las necesidades de un hombre que había caído en manos de unos ladrones que le habían golpeado y dejado casi muerto (Lc 10,30-35). También nos recuerda la Última Cena, cuando Jesús lavó los pies de los discípulos (Jn 13,3-16). Este es el Hijo que asumió nuestra condición frágil y vulnerable y se hizo humano, uno como nosotros en todo menos en el pecado. Este es el Hijo que mostró su gran amor, hospitalidad y compasión por todos y cada uno. Todos son bienvenidos a su presencia. El Espíritu Santo, en el centro, mira con amor a la persona humana, como si le hiciera un gesto para que se despierte y se levante. La imagen nos recuerda la epifanía del Espíritu en forma de lenguas de fuego en Pentecostés y en forma de paloma en el bautismo de Jesús. Las lenguas de fuego nos calientan y nos animan. La paloma se cierne sobre nosotros y nos protege, inspirándonos a responder a la nueva vida que se nos ofrece. Es el Espíritu quien nos conduce al Hijo y, a través del Hijo, al Padre. Es el Espíritu el que nos enseña a rezar, el que nos guía, el que nos muestra nuestra misión en la tierra y el que nos concede los dones que necesitamos para cumplirla. Es la Trinidad de tres personas divinas que juntas son un solo Dios, que nos sostiene en nuestros sufrimientos, responde a nuestras necesidades con un amor y una compasión infalibles, y nos impulsa a una vida nueva y a buenas obras para la construcción de la comunidad.

ACCION: ¿A qué me comprometo? La escucha orante de la Palabra de Dios debe llevarnos al compromiso, a que en la vida cotidiana se refleje lo que hemos orado. ¿A qué me comprometo?

Oración final: Gloria a Dios Padre, gloria a Dios Hijo, gloria a Dios Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén. “El principal fruto de la meditación es que nos hace magnánimos, es decir, nos ensancha el alma: pronto empiezan a caber en ella más colores, más personas, más formas y figuras… En realidad, tanto más noble es un ser humano cuanto mayor sea su capacidad de hospedaje o acogida. Cuanto más vacíos estemos de nosotros mismos, más cabrá dentro de nosotros. El vacío de si, el olvido de si, está en proporción directa con el amor a los demás.” Pablo D’Ors (“Biografía del Silencio”).

Lecio